Tan lejos- Tan cerca



 Emilio se encontraba trabajando en su nuevo proyecto, tenia que entregar varios pedidos y aun no había conseguido realizar ni la mitad. Ya habían pasado varios meses de esa abrupta decisión de alejarse de Miranda, creyó que podría volver a su vida y conectarse con sus quehaceres dejándola atrás y fuera de su radar. Pero el muchacho sentía que la necesitaba, extrañaba sus charlas, ver sus fotos y hasta escuchar su voz, atraves de los vídeos que ella colgaba en la web.”No podes ser tan tonto, hiciste lo correcto, no estas hecho para una sola mujer, ella solo fue un juego no significo nada en tu vida. Ahora concéntrate en lo que te da de comer y luego distráete con una nueva conquista” se dijo para sus adentros, como ordenándose que dejara de lado cualquier pensamiento amoroso hacia la joven escritora.
Emilio, era un joven muy apuesto, alto, bien formado, de tez blanca, cabellos ondulados en forma de risos color caramelo y unos ojos verdes que brillaban cual hojas de árbol en primavera. Estaba dotado de una gran simpatía, poseía una conversación fluida y poética. Jamas tuvo ningún tipo de inconvenientes en capturar en sus redes alguna mujer, quizás su talento para la música hacia que el sexo opuesto quedara prendado cada vez que salía con su instrumento a revolotear por los bares de la zona en donde residía. Las féminas caían bajo sus encantos y tenía en su haber varias enamoradas. Siempre fue sencillo abordar en ese terreno, hasta que se cruzo virtualmente con Miranda. Esa mujer lo volvía asustadizo y vulnerable, despertando su lado mas genuino y del que se quería escapar. Nunca tuvo que hacer mucho para que una mujer se debilitara y mostrara su interés. Pero en el caso de esta joven las cosas eran diferentes, no lo buscaba, no le insinuaba absolutamente nada, quizás se podría mostrar coqueta y divertida en las charlas, pero era Emilio siempre quien la buscaba. No vio nada de su lado y no estaba acostumbrado a esa distancia. Quizas por esa razón decidió alejarse y de esa manera preservarse. Sabia que si la seguía conociendo podría quedar totalmente prendado de ella, pues la muchacha tenia una personalidad por demás cautivadora.
Por las noches salía con sus amigos a diferentes bares de la zona donde se presentaba con su banda de música y luego conocían diferentes chicas, las cuales en varias ocasiones amanecían en su cama. Pero cuando el alcohol ya no surgía efecto y el sol encendía su cuarto, las despedía con cualquier excusa y se iba a duchar. Para luego comenzar sus nuevos diseños. No sentía nada dentro de si, la inspiración se había esfumado y lo único que quería era correr a su netbook para volver a ver aunque sea por un rato la foto de la joven que lo atormentaba y de la que sentía fue un error alejarse. Así que sin dudarlo prendió el artefacto y la busco en la red social, ver su foto le devolvía una brisa de aire fresco y hacia que se iluminaran sus ojos. Se quedaba contemplando la imagen por varios minutos y decía: “Sos tan hermosa, pensar que aquella vez te lo escribí de una manera rara, pues no me animaba a decírtelo directamente, tenes algo tan especial, sos dulce, sincera, luchadora por lo que queres y me encanta que ames tanto tu profesión como yo lo hago. Si tan solo no fuera  orgulloso, si el pasado y las inseguridades no me invadieran sumiéndome en la desconfianza, las cosas podrían haber sido diferentes. Antes no me ocurrió estar así hundido en la incertidumbre, pero vos sos la culpable, tu belleza y tu forma de ser me tienen sumido en este laberinto que me genera impotencia y no me deja avanzar. Si me hubieras dado alguna señal, insinuado o dicho algo que me llevase a descubrir cuales eran tus sentimientos hacia mi, no digo que este enamorado ya que hemos hablado un par de veces, pero si puedo afirmarte que me atraes bella escritora de una manera que no lo han hecho antes” Dijo el joven diseñador, mientras contemplaba las fotos de esa mujer.
 Le dolió mucho tomar esa decisión de quitarla de sus contactos pero creyó que era lo mejor. Miranda, era el tipo de chica del que cualquier hombre podría enamorarse y el no quería volver a vivir esa experiencia que en el pasado le trajo mucho dolor. Esa fue la mejor manera de alejarse a tiempo, evitar sufrir, ya que no veía ni una remota posibilidad de que se fijara en un simple diseñador autodidacta que vivía en las afueras de la ciudad. Por eso se convenció a si mismo que quitarla de su camino era sin lugar a dudas lo mas correcto. Ese mismo sendero virtual que una vez los cruzo hoy los encontraba en direcciones diferentes.
Se le estaba haciendo tarde y  tenia trabajo por entregar. Por lo que cerró la computadora, termino con el ultimo boceto, tomo su bicicleta y se dirigió a entregar los pedidos. Le gustaba usar este cómodo vehículo, pues era un ferviente admirador de la naturaleza y además le permitía hacer ejercicio, broncear su blanca piel con el calor que emitían los rayos solares y disfrutaba de la brisa fresca del andar en su cara, eran como caricias que lo acompañaban en su recorrido por ese pintoresco pueblo en donde residía.
 Así comenzó con su rutina, visitando casa por casa a cada  uno de sus clientes, fue un largo trayecto pero muy satisfactorio. Lo recibían con gran entusiasmo y alababan su trabajo con agradables palabras y sustanciosas remuneraciones. Mientras aguardaba que el ultimo  destinatario bajara a buscar su encargo, se entretuvo mirando la vidriera de una pequeña pero bonita librería que se encontraba junto a la casa de su cliente. Recorrió sus ojos por las diversas propuestas y se detuvo en uno en particular, la tapa era por demás llamativa, pero lo que capto su atención, no era eso, sino el nombre de la autora. Emocionado y tratando de ubicarse de una manera que el reflejo del sol no tapara su visual, escucho:
─Emilio! Como estas? ─ su cliente había bajado y esperaba por su encargo.
─Hola, Hector! Todo muy bien, acá haciendo los pedidos, este justamente es el ultimo, hoy tuve un día largo pero estoy muy contento por que creen en mi trabajo.─ dijo el joven, que aun le costaba disimular su cara de asombro por lo leído.
─Cada día haces cosas mas lindas, tienes mucho talento muchacho! Pronto tendrás que contratar un empleado por que no podrás con tantos pedidos.─ dijo el agradable señor mientras sostenía la ilustración y quedaba maravillado por el diseño.─ lo pondré en mi casa de campo para que todo el que pase por el comedor se quede embelesado y tendrás muchos clientes.
─Gracias  por confiar en mi trabajo, me alegra saber que te gusta, estoy dia y noche, pero amo lo que hago y eso espero se vea en el producto terminado.─ dijo el muchacho ofreciéndole un fuerte abrazo al adinerado señor.
Se despidieron, y antes de retirarse, volvió a posar su cara en la vidriera espejada de esa librería, se acerco lo mas que pudo y leyó nuevamente ese nombre. Envuelto en dudas y confusiones, pero mas que nada dominado por la intriga, coloco candado a su bicicleta junto a un poste y entro sin mas al lugar. Busco en las estanterías, hasta que volvió a ver esa imagen llamativa de la portada, lo tomo en sus manos y efectivamente, disipo todas sus dudas cuando vio que Miranda era la autora. Sin dudarlo, y con una sonrisa en su rostro, se acerco al mostrador y una linda jovencita le dijo:
─Buenas tardes señor! Va llevar el ejemplar?
─Si! Pero no me digas así, no soy tan viejo.─ dijo Emilio riendo.
 ─ Disculpe, tiene razón… Para regalo?─ pregunto la simpática joven.
─No, es para mi.─ dijo el joven sonrojando sus mejillas.
La muchacha, que no tendría mas de 15 primaveras,  parecía muy familiarizada con el lugar mas que cualquier otra empelada, podría deducirse por el portarretrato del mostrador que era la hija del dueño. En este se percibía una pareja y la jovencita estaba en el medio  abrazándolos y con una enorme sonrisa de picardia.  Lo miro y sonriendo le dijo:
─Lo lei y la historia es fascinante, me gusto mucho, tiene una manera única de escribir y transmitir la autora.
─ No lo dudo, conozco a la escritora y no podía ser de otra manera─ palabras que salieron de su boca sin siquiera pensarlas.
La muchacha, le dio el libro envuelto en una bolsa con un señalador de regalo y la tarjeta del lugar para que pasara nuevamente cuando gustase. El lo tomo y se despidió agradeciendo por su gentil atención.
 Cuando salió del negocio, guardo delicadamente el libro  en su bolso bandolero, el cual llevaba colgado. El mismo era de color marrón  de cuero sintético y un tanto gastado de tantas idas y venidas con los repartos y demás…
 Subió a la bicicleta y se fue directo a su casa, peladeo a mas no poder, quería ya tener el libro entre sus dedos y poder disfrutar de su magia, seria como volver hablar con ella atraves de su historia, además adoraba la foto de la solapa, fue lo primero que miro cuando estaba en la librería para asegurarse que efectivamente  se tratara de la escritora que le robaba el sueno. Una sonrisa se coló en su rostro y lo acompaño todo el trayecto hasta su vivienda. Cuando llego, abrió la puerta rápidamente y saco del bolso su nuevo tesoro. Lo acaricio y se recostó  sobre la   cama, de forma tan rápida que no percibió que aun tenia las zapatillas puestas. Pero nada le importaba y no era precisamente un hombre muy ordenado mas bien se consideraba un  bohemio .Abrió el  objeto y se quedo admirando la foto de la autora. Cual trance empezó a recordar una de las tantas conversaciones en las que compartieron sus trabajos, ahí ella le mostró uno de sus escritos, el que produjo en Emilio una sensación de escalofríos, por el tipo de texto, al leer la sinopsis de esta nueva historia descubrió que en este caso, el genero era diferente. Pero el solo hecho de saber que era producto de su creatividad y sus manos, le aseguraba una lectura  placentera y lo invitaría a sumergirse en la aventura. Seria una manera de  sentirla cerca, a su lado, en su casa y su cama, como tantas veces lo había fantaseado.


Agradeció al cielo por el hallazgo ya que lo sentía como una señal que no podía dejar pasar, había algo que el universo le estaba diciendo y tan solo tenía que tener la suficiente claridad  y valentía para poder descifrarlo.

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